
¡¡¡¡Qué amarillo veo el cielo, y cuantas flores en
ese macetero!!! "le dice el niño a su mama".
Qué alegre está ese pobre, mendigo y enfermo,
y envidiable la ternura, de dos que se empiezan a
amar.
Que absurda es la tristez, del celoso de la belleza.
Qué irónica la fuerza, que ejerce el que enseña a
odiar,
"que alto vuelan los gusanos, cuando salen a mariposear".
Creo en lo que no se vé, hasta cuando se hace realidad,
solo miento, cuando digo la verdad, mi cruda realidad,
de que el cielo es amarillo, como dice ese niño,
de que ese pobre enfermo y mendigo,
se alegra de seguir viendo su mundo, igual de real
que las flores de ese macetero, que la ternura,
que la tristeza, que la belleza, que la fuerza.
Aquello que aplicamos, según lo que soñamos,
sin entornos, sin barreras,
y en vuestros mundos,
únicamente y solitariamente...
vosotros, nosotros, y los demás.